El
pasado lunes tuvo lugar el juicio por posible prevaricación y falsedad en
documento público contra José Manuel Haro, alcalde de Chiva, como es público y
notorio el juicio es la culminación de un proceso iniciado por el cese –renuncia
en el cajón– del concejal Fernando Casanova.
Al
juicio oral asistieron, aparte de los implicados y sus correspondientes
defensas, ciudadanos que querían mostrar su apoyo a una de las partes,
curiosos, gente que quería proporcionarse el placer de ver sentado a Haro en el
banquillo de los acusados y otros que seguramente no tenían otra cosa que hacer
ese día.
Lo
que resulta evidente es que no pasó desapercibido a los medios de comunicación
y existe información del hecho en prensa escrita y televisión, sin duda
bastante más información de la que el propio Haro hubiera deseado.
Tras
la finalización del mismo llama poderosamente la atención la estrategia de la
defensa de Haro (defensa que como siempre hemos defendido en estas páginas no
debería pagar el ayuntamiento de Chiva, siendo el propio Haro quien son su
declaración ha reforzado los razonamientos que siempre hemos mantenido),
pretender que el cese de Casanova tuvo como origen abandonar la misa del día de
la patrona no puede ser fruto de la casualidad ni de un error, aunque llama la
atención la férrea disciplina que Haro aplica a sus concejales sobre la
asistencia a actos públicos (cosa que ya se sabía) y la mezcla de la política
que hacen los políticos de la derecha con la religión católica.
Al
parecer a estos políticos de la derecha el olor a incienso, cirios, pólvora y
alcohol les confunde casi tanto como a Dinio la noche, de forma que son
incapaces de diferenciar el contexto, la prioridad y la oportunidad, por lo que
no resulta extraño que defiendan la no asistencia a una misa o una procesión
como un acto de alta traición, en esas mentalidades retrogradas encaja a la
perfección, lo lamentable es que ese pensamiento decimonónico les lleva a
obtener mayorías absolutas.
Pretender
que se trata de un calentón, cuando era público y notorio las desavenencias
entre ambos, sencillamente es faltar a la verdad, si además añadimos que según
Haro el cese no tiene como motivo la gestión de Casanova, demuestra que estamos
hablando de cuestiones personales entre ambos por tanto Haro debe devolver el
dinero pagado a los abogados por el ayuntamiento en su defensa, no es una
cuestión relacionada con la gestión o la política, es una cuestión personal.
También
ha llamado la atención los funcionarios del ayuntamiento que han encadenado su
suerte y futuro al de Haro, unos asistiendo al juicio arropando al mismo y
otros tratando de exculparle, mención aparte merece la declaración del Juez de
Paz, si la independencia judicial esta más que discutida desde que se supo –lo
que en numerosos casos se intuía– que hasta el propio presidente del Tribunal
Constitucional era militante del PP, en este caso y con una persona nombrada
por Haro para ocupar el cargo, el que asista como testigo de una de las partes
resulta muy sintomático respecto del clientelismo y la independencia.
El
pretender que la motivación original de Haro sea el incumplimiento del
protocolo por parte de Casanova, que pretendía ocupar el sitio que le
correspondía al Juez de Paz en la iglesia es cuanto menos ¡ridículo!
Volviendo
a la estrategia de la defensa, una defensa con esta argumentación solo puede
tener sentido y explicación si el tribunal está formado por miembros del Opus
Dei (que haberlos, haylos) así que si la defensa tiene esa razón… ¡mal vamos!
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